lunes, 2 de junio de 2014

La Vida como Principio de los Valores


[1]“El valor posee, en sí mismo, la razón de su importancia, algo que no es superficial o exterior sino inherente a su realización.” La vida ordinaria es el punto de partida donde el yo  realiza dos actividades análogas pero totalmente diferentes, el conocimiento de las cosas y la percepción de los valores. Estas dos actividades se desarrollan paralelamente una es fruto de la inteligencia porque el conocimiento se alcanza  por medio ejercicio de la razón y la experiencia misma. Por otro lado los valores se conquistan por medio de los sentimientos, como lo dice el  mismo autor “Cuando el yo toma la decisión de efectuar un valor es porque el valor mueve el deseo. Sólo entonces el yo interviene con la voluntad y la inteligencia para crear el valor.” Sin duda este deseo es un sentimiento, fuerza que movido con la voluntad y la inteligencia nos lleva producir los valores.
Tenemos, entonces, una voluntad que es fuerza y no posee un objetivo propio, pero puede ser dirigida por la conciencia del yo. En efecto, la esencia de la voluntad en sí implica la ausencia de todo fin, de todo límite, porque es una aspiración sin término.” Por ejemplo en el lenguaje popular algunas veces decimos voy hacer esto porque me nace hacerlo (voluntad) y no porque otros me lo digan. En esto caso pareciera que la voluntad se vuelve sinónimo de libertad. La fuerza que brota de lo profundo del yo se presenta algunas veces como el freno del instinto. Aristóteles dijo que el hombre es un  animal racional, en este caso la voluntad y razón, se asocian para guiar nuestro instinto y ser libres.

“No estamos solos, ni aislados, la vida nos lanza una propuesta, como conciencia capaces de comprenderla y de cooperas.” Esto puede ser entendido como el solipsismo del que habla Husserl donde el yo no es ser solo en el mundo. El hombre no es un ser solo en el mundo porque tiene sentido de colectividad o pertenencia a un determinado grupo, lo más cercano la familia, pueblo, país etc. Esto crea una conciencia  que se puede interpretar como la cultura que “es el conjunto de valores, costumbres, creencias y prácticas que constituyen la forma de vida de un grupo específico”[2]  que se ve reflejado en el individuo concreto.

“Damos, por supuesto, que también el mínimo objeto material ya posee, en cierta medida, algún valor”. Sin duda el valor de las cosas materiales lo otorga el yo dependiendo del contexto y la utilidad. Por ejemplo la basura puede ser un antivalor para muchos, pero para alguien que trabaja en un basurero esta cobra valor porque le permite subsistir. En un segundo caso la moralidad puede ser vista en un sentido utilitarista “una cosa es buena si es buena para algo. A pesar de ello enumera entre “ese algo” una serie de valores: la benevolencia, la piedad, la consideración, etc. Pero también estos quedan instrumentalizados por ser ‘buenos’, por ser útiles.” En estos casos concretos la sociedad por medio de las leyes influencia a la  persona. Todo valor que es bueno y útil es bien visto por los demás porque ayuda a los normas de convivencia.

“Pero el valor humano como máxima expresión de la vida, es el más precioso, el más profundo, el más general en su propio ámbito.” Desde este punto de visto lo humano es lo que puede trascender nuestra propia vida. Para la reflexión de la Bioética se puede entender  como dignidad de la persona, aquello que nos hace únicos y auténticos, pero que nos hace semejantes a los demás. “La dignidad de la conciencia humana, fundamenta la libertad, como voluntad de conquista de todos los valores del universo.” La libertad juega un papel fundamental en la búsqueda de los valores ya que estos se encuentran en la realidad donde el yo hace la selección para interpretarlos y luego llevarlos a la práctica. 

Por tanto se puede decir que las estructuras generales de sentido (esencias) del valor humano son: conciencia, inteligencia, voluntad,  libertad, amor y verdad. Estas son partes fundamentales que caracterizan el ser de una persona.  Como conclusión se presentó la discusión en clase de los valores como históricos nacen en una cultura determinada y que puede variar con el trascurrir del tiempo.

Una de las críticas que me atrevo refutar al autor es el  mencionar los valores espirituales y no describirlos,  en que se diferencian de los valores humanos. Y su decir “la vida es tan concreta como lo somos nosotros mismos” en muchos de los casos no nos conocemos ni nosotros mismos, y aunque generemos nuestro propio destino hay situaciones de la vida que nos envuelven y controlan. El yo solo posee la facultad de criticarla y juzgar la vida,  pero no de dominarla.



[1] Todas las  tesis entre comillas son tomadas del 2º. Cap. La vida y el valor  del libro Ver los Valores del P. Antonio Gallo, excepto la siguiente.

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