lunes, 2 de junio de 2014

EL FENÓMENO DEL OLFATO
Para empezar este pequeño trabajo voy a comentar el sentido humano externo del olfato. Este sentido como todos los otros tiene un órgano que es la nariz, un objeto que son los olores, una potencia que es la capacidad natural de percibir los olores, un acto que es el mismo hecho de oler y una función olfativa. El olfato, desde este punto de vista reflexivo y filosófico, se puede definir como el sentido corporal con que se perciben los olores, del tipo que sean estos.
Muy bien, después de esta pequeña exposición sobre la naturaleza del olfato paso a describir propiamente el acto. Andando por la Avenida Reforma de esta Ciudad entré al restaurante llamado “Fulanos y Menganos”. La primera sensación que tuve fue el olor de carne asada de cordero y rápidamente mi olfato reaccionó ante el olor agradable del suculento caviar. Seguidamente, capté el rico y delicioso olor de las tortillas de puro maíz, pero mi olfato tuvo toda la capacidad de distinguir perfectamente estos distintos olores (el de la carne de cordero y el de las tortillas). Quizá esto porque el olfato humano es el más sensible de todos los sentidos del hombre, imaginémonos que una mínima cantidad de materia, basta para estimular las células olfativas y ponerlas a trabajar, a desempeñar su función. Para mí el olor fue muy agradable por el lugar donde me encontraba y podría afirmar que el olor es rico, agradable, higiénico y no sucio. Y eso que en el hombre, el sentido del olfato está menos desarrollado que en muchos animales, eso sucede porque al contrario que en algunos de ellos, no depende del olor para buscar alimento, pero a pesar de todo es un instrumento de gran importancia.
Bien, al experimentar este fenómeno descubrí que el olfato tiene una función totalmente importante en el desarrollo de la vida diaria. Es un sentido que utilizamos siempre ya que nos permite distinguir entre olores agradables y desagradables, entre olores buenos y malos, entre olores beneficiosos y dañosos. Como todos los sentidos se pueden utilizar para bien o para mal, por ejemplo, los catadores que lo utilizan junto con el gusto para una buena función; mientras que los adictos a drogas polvosas realizan con él acciones malas para lograr sus propias satisfacciones.


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