EL FENÓMENO DEL OLFATO
Para empezar este
pequeño trabajo voy a comentar el sentido humano externo del olfato. Este
sentido como todos los otros tiene un órgano que es la nariz, un objeto que son
los olores, una potencia que es la capacidad natural de percibir los olores, un
acto que es el mismo hecho de oler y una función olfativa. El olfato, desde
este punto de vista reflexivo y filosófico, se puede definir como el sentido
corporal con que se perciben los olores, del tipo que sean estos.
Muy bien, después de
esta pequeña exposición sobre la naturaleza del olfato paso a describir
propiamente el acto. Andando por la Avenida Reforma de esta Ciudad entré al
restaurante llamado “Fulanos y Menganos”. La primera sensación que tuve fue el
olor de carne asada de cordero y rápidamente mi olfato reaccionó ante el olor
agradable del suculento caviar. Seguidamente, capté el rico y delicioso olor de
las tortillas de puro maíz, pero mi olfato tuvo toda la capacidad de distinguir
perfectamente estos distintos olores (el de la carne de cordero y el de las
tortillas). Quizá esto porque el
olfato humano es el más sensible de todos los sentidos del hombre, imaginémonos
que una mínima cantidad de materia, basta para estimular las células olfativas
y ponerlas a trabajar, a desempeñar su función. Para mí el olor
fue muy agradable por el lugar donde me encontraba y podría afirmar que el olor
es rico, agradable, higiénico y no sucio. Y
eso que en el hombre, el sentido del olfato está menos desarrollado que en
muchos animales, eso sucede porque al contrario que en algunos de ellos, no
depende del olor para buscar alimento, pero a pesar de todo es un instrumento
de gran importancia.
Bien, al experimentar
este fenómeno descubrí que el olfato tiene una función totalmente importante en
el desarrollo de la vida diaria. Es un sentido que utilizamos siempre ya que
nos permite distinguir entre olores agradables y desagradables, entre olores
buenos y malos, entre olores beneficiosos y dañosos. Como todos los sentidos se
pueden utilizar para bien o para mal, por ejemplo, los catadores que lo
utilizan junto con el gusto para una buena función; mientras que los adictos a
drogas polvosas realizan con él acciones malas para lograr sus propias
satisfacciones.
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