Descripción fenomenológica de la vivencia de la libertad a
nivel personal: en las decisiones cotidianas del día sábado 30 de abril del
2016
El día sábado 30 de abril, la alarma de mi celular sonó a
las 6:00 am. Al oírla, abrí los ojos, estiré los pies y los brazos y con la
cobija me tapé los oídos. Tenía que levantarme pero no quería. Después de
treinta segundos dejó de sonar. Comencé a sentir dolor en mis piernas, mis
brazos y mi espalda; recordé que la noche anterior participé en el deporte
junto a toda la fraternidad.
A los diez minutos
comenzó a sonar nuevamente la alarma, su sonido me hizo sentir un leve dolor de
cabeza que crecía poco a poco. Tiré la cobija me puse en pie, tomé el celular,
apagué la alarma y me quedé observando mi cuaderno de las clases de francés en
la mesa, me restregué la cabeza, fruncí la frente y me tiré de nuevo a la cama.
Ya no pude dormir, fui invadido por pensamientos sobre todo
lo que tenía que hacer en el día, me recriminé a mi mismo por las actividades
que debí hacer el día anterior y no las hice; de vez en cuando suspiraba o
respiraba profundo. Al rato decidí levantarme, eran ya las 6:30 am. Encendí la
luz y tomé en mis manos el cuaderno de las clases de francés, pasé una que otra
página y volví a colocarlo sobre la mesa.
Tomé la toalla y caminé hacia la ducha, mi cabeza punzaba. En
la ducha me reproché no haber estudiado francés y no haberme levantado cuando
sonó la alarma por primera vez. Luego me puse a pensar en ir o no ir al rezo
fraterno de la corona franciscana. Sabía que estaba en el horario, que mis
demás hermanos estarían en la capilla y que por respeto a los acuerdos
fraternos tenía la obligación de asistir al rezo de la corona franciscana.
En un primer momento me convencí de asistir, sin embargo
comenzó en mi pensamiento una lucha. Por un lado pensaba en que ya era tarde, y
no saldría a tiempo para la clase de francés, además tenía que cocinar mi
desayuno. Por otro lado, continuaba resonando el horario, mi obligación frente
a los acuerdos fraternos y mi compromiso con Dios. Al final, de pensar tanto,
el dolor en mi cabeza se agudizó mucho más, como si me la estuviesen partiendo
por dentro.
Encendí la ducha y comencé a bañarme con prisa, por todo el tiempo que había
perdido al levantarme y al estar pensando. Terminé de bañarme y me vestí. Luego
caminé hacia mi cuarto. Me senté en la
orilla de la cama, me hice un pequeño masaje con mis manos en la cabeza, cerré
los ojos y respiré profundo. Luego los abrí, observé el reloj, ya eran las 7:30
am. De un salto me puse en pie y sin pensar en nada corrí hacia la cocina a preparar
mi desayuno. Ya no me creó ninguna dificultad no asistir al rezo de la corona
franciscana. El impulso de la prisa porque ya era tarde me sacó de mis deliberaciones
internas sobre si ir o no a la oración fraterna.
Cociné un huevo frito y un poco de frijoles molidos, tomé
dos panes y una taza de café para mi desayuno. Comí súper rápido, casi me
tragaba la comida. Subí corriendo al cuarto donde duermo, que se encuentra en
el tercer nivel del edificio, preparé el maletín con los libros y cuadernos de
las clases de francés y bajé corriendo de nuevo.
Me dirigí a la estación el Carmen para tomar el Trans-metro.
Llegué sudando a la clase. Mi respiración estaba acelerada. Quise quedarme un
rato afuera del salón de clase para tomar aire, pero mi sentido de
responsabilidad no me lo permitió. Decidí entrar aun con la agitación de la
respiración, con el sudor corriendo por mi rostro y con el dolor de cabeza de
la mañana ya un poco disminuido.
En la clase de francés, el profesor me pidió que explicara
el uso del pronombre francés “ON” y yo lo expliqué. Una compañera de clases se
molestó con el profesor e inició una discusión. Dijo que ella no aprendía por
culpa de cuatro de los que estábamos en el curso. Porque según ella sabíamos
más. Los demás compañeros comenzaron a opinar unos a favor del profesor y otros
en contra.
Yo decidí desde el principio de la discusión no hablar. Pero
no pude cumplirlo, llegó un momento en que comencé a sentirme incómodo. Sentí un
cierto temblor en las manos, la respiración comenzó a acelerarse y el dolor de
mi cabeza volvió a agudizarse. Me restregué los ojos, moví los pies, me apreté
las manos, moví la cabeza como cuando una mamá la mueve en desaprobación de lo
que está haciendo su hijo. Levanté la mano y pedí la palabra. Después de hablar
desapareció el temblor en mis manos, mi respiración comenzó a tranquilizarse y
poco a poco fue desapareciendo la incomodidad.
Al finalizar la clase de francés volví a la casa de la
fraternidad “San Buenaventura” para almorzar. Luego de almorzar salí para la
fraternidad “Dios con nosotros” en el Mezquital. A las 3:00 pm asistí a la
catequesis para primera comunión y a las 7: 00 pm me reuní con la directiva de
la catequesis de confirmación. A las 11:00 pm aunque en contra de mi propia
voluntad, (por el cansancio y el sueño), comencé a redactar mi experiencia.
La variación libre en la imaginación en busca de la esencia de la libertad, la realizaré más adelante a partir de las dos descripciones realizadas. Con el fin de ir dando respuesta a la pregunta planteada.
ResponderBorrarBuena descripción, en detalle, del tipo de deliberaciones y decisiones cotidianas que hacemos. Se nota que le pusiste empeño, tanto que el último párrafo denota cansancio por tanto detalle y solo enumera una serie de eventos que concluyen la segunda mitad del día.
ResponderBorrar