1° Descripción: Auto-observarme cómo me comporto en el cumplimiento
del horario fraterno
Lunes 11 de abril de 2015
Primera ocasión: El deber ser
En el momento
que mi alarma o reloj despertador comenzó a sonar, me desperté eran las 5:30am.
Lo escuché perfectamente, pero no quise levantarme para desactivar la alarma,
así que sonó por un minuto hasta que se apagó el solo; como estaba en tono suave
y sobre mi escritorio no me molestó tanto. Sabía que ya era hora de comenzar el
día, sin embargo, yo tenía toda la voluntad de seguir descansando, quería
seguir durmiendo. Además las circunstancias del día anterior habían hecho que me
acostara tarde, a eso de las 11:50pm y aún seguía cansado y con sueño. Pero ya
no disfruté seguir en la cama.
Nuevamente
sonó mi despertador. Eran las 5:35 am. Pensé en quedarme en cama por otros 5
minutos más. Deseaba que esos 5 minutos se prolongaran en horas, despreocuparme
de tener que levantarme, y disfrutar de un descanso placentero. Pero, a la vez
era consciente que si me pasaba más tiempo iba a llegar tarde a la siguiente
actividad. Y por ende, eso requiere, que yo “deba” de estar preparado con todo
lo que esto implica: el bañarme, vestirme y dejar ordenada mi habitación, para
que a las 6:00am esté de modo puntual en la oración de laudes.
En esos
minutos consideré, la posibilidad de faltar. Me pregunté ¿y si no voy? ¿es muy
raro que falte a oración? No me queda duda que necesito descansar y aún sigo
con sueño. No obstante, a pesar de
escuchar las posibles consideraciones y de no cumplir mí horario, ya me sentía
inclinado por una decisión. Quizá ya estaba en mí inconsciente. Y aunque
continuara con sueño y con fuertes deseos de
auto-convencerme de no ir a la oración. Observo, pues cuidadosamente mi
actitud y -como que si ya había (…) optado y elegido desde antes lo que haría-
En la tercera ocasión que sonó mi alarma, me levanté de inmediato. Algo así
como decirme y no decirme “hoy no será el día en que faltes y listo”. No supe
en que momento, pero me sucedió.
Y por tercera
vez sonó mi alarma. Entonces me levanté y la desactivé. Eran las 5:40am. Una
vez de pie, encendí la luz tomé mi toalla busqué mi champo y jabón y me dirigí a las
duchas. Tenía que apresurarme más de lo normal ya que perdí 10 minutos, en comparación
de mi hora de levanto habitual (5:30am). Finalicé mi preparación pertinente y
llegué a las 6:05 am a la capilla con 5 minutos tarde a la oración de laudes. Con
mis demás hermanos. El baño me ayudó a iniciar con mucha lucidez mi día.
-Continuará…-
Ojo con la puntuación. Por ratos es difícil seguir el hilo narrativo. Buen esfuerzo, con suficientes detalles para dilucidar la experiencia del deber ser precisamente cuando una cierta inercia parece arrastrarnos a contrariarlo.
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