lunes, 11 de abril de 2016

1° Descripción: Auto-observarme cómo me comporto en el cumplimiento del horario fraterno

Lunes 11 de abril de 2015

Primera ocasión: El deber ser

En el momento que mi alarma o reloj despertador comenzó a sonar, me desperté eran las 5:30am. Lo escuché perfectamente, pero no quise levantarme para desactivar la alarma, así que sonó por un minuto hasta que se apagó el solo; como estaba en tono suave y sobre mi escritorio no me molestó tanto. Sabía que ya era hora de comenzar el día, sin embargo, yo tenía toda la voluntad de seguir descansando, quería seguir durmiendo. Además las circunstancias del día anterior habían hecho que me acostara tarde, a eso de las 11:50pm y aún seguía cansado y con sueño. Pero ya no disfruté seguir en la cama.

Nuevamente sonó mi despertador. Eran las 5:35 am. Pensé en quedarme en cama por otros 5 minutos más. Deseaba que esos 5 minutos se prolongaran en horas, despreocuparme de tener que levantarme, y disfrutar de un descanso placentero. Pero, a la vez era consciente que si me pasaba más tiempo iba a llegar tarde a la siguiente actividad. Y por ende, eso requiere, que yo “deba” de estar preparado con todo lo que esto implica: el bañarme, vestirme y dejar ordenada mi habitación, para que a las 6:00am esté de modo puntual en la oración de laudes.

En esos minutos consideré, la posibilidad de faltar. Me pregunté ¿y si no voy? ¿es muy raro que falte a oración? No me queda duda que necesito descansar y aún sigo con sueño.  No obstante, a pesar de escuchar las posibles consideraciones y de no cumplir mí horario, ya me sentía inclinado por una decisión. Quizá ya estaba en mí inconsciente. Y aunque continuara con sueño y con fuertes deseos de  auto-convencerme de no ir a la oración. Observo, pues cuidadosamente mi actitud y -como que si ya había (…) optado y elegido desde antes lo que haría- En la tercera ocasión que sonó mi alarma, me levanté de inmediato. Algo así como decirme y no decirme “hoy no será el día en que faltes y listo”. No supe en que momento, pero me sucedió.

Y por tercera vez sonó mi alarma. Entonces me levanté y la desactivé. Eran las 5:40am. Una vez de pie, encendí la luz tomé mi toalla  busqué mi champo y jabón y me dirigí a las duchas. Tenía que apresurarme más de lo normal ya que perdí 10 minutos, en comparación de mi hora de levanto habitual (5:30am). Finalicé mi preparación pertinente y llegué a las 6:05 am a la capilla con 5 minutos tarde a la oración de laudes. Con mis demás hermanos. El baño me ayudó a iniciar con mucha lucidez mi día.

-Continuará…-













1 comentario:

  1. Ojo con la puntuación. Por ratos es difícil seguir el hilo narrativo. Buen esfuerzo, con suficientes detalles para dilucidar la experiencia del deber ser precisamente cuando una cierta inercia parece arrastrarnos a contrariarlo.

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