domingo, 19 de abril de 2015


Larry José López Toruño 2029113

Segunda experiencia fenomenológica:

Hoy  13 de abril de 2015, me dispuse a ir a misa a la parroquia Nuestro Señor de la Misericordia con el objetivo de vivir mi segunda experiencia fenomenológica, a las 5:50 pm.

Al pasar por la puerta de entrada del lado izquierdo, me encontré con una anciana que siempre pide limosna en la entrada del templo, a la que normalmente saludo, esta vez al hacerlo me hizo mala cara, quizás porque no le di dinero, dicha situación me recordó mi objetivo principal, vivir la indiferencia durante la misa.

Después de entrar, me senté en la ante penúltima banca, durante esperaba el inicio de la misa, comenzó la hora santa, permitiéndome entrar en mi mundo de oración, sin darme cuenta de lo que sucedía a mi alrededor. Al llegar el momento de la reflexión del sacerdote me dormí, despertando hasta el momento de la bendición con Jesús sacramentado. Durante la bendición traje a mi mente mis necesidades personales y se las entregue a Dios por medio de la oración. Al terminar la hora santa dio inicio la eucaristía a las 7:00 pm, de pronto me llamo la atención la entrada de una mujer y un hombre, al parecer matrimonio, con sus dos niños, que se arrodillaron en cuanto se ubicaron en la banca, pero uno de los niños empezó a tocar al papá para decirle algo, éste no lo voltio a ver, no obstante cuando toco a su mamá de inmediato dejo de orar y lo atendió. Pensé en ese momento, en las ocasiones de mi vida que me había sucedido lo mismo, especialmente en mi infancia con mi papá.

Al dar inicio la misa, me sumergí nuevamente en mi mundo, y empecé a ofrecer la eucaristía  por mis seres queridos, amigos compañeros de camino, amistades y personas que me han solicitado ore por ellas, percatándome que era un momento para pedir por mí únicamente. Llegado  el momento de la reflexión u homilía del sacerdote, me di cuenta que  hubo cambio de sacerdote. En el momento de dar la paz, como si tal saliera de un sueño, empecé  a tomar conciencia de las personas sentadas alrededor mío, delante de mí un señor y una señora en ambos extremos de la banca, atrás de mí una pareja y tres señores en la última banca. En el momento de las ofrendas mantuve mi mirada hacia adelante, dándome cuenta que pasaron por donde mí al ver el recolector en frente mío.

Al pasar a comulgar, trate de mantener la mirada hacia abajo, permitiéndome dicha actitud, vivir un momento de intimidad con Jesús eucaristía hasta llegar el momento de la bendición. Al terminar la misa, me di cuenta que cerca de donde estaba sentado estaba una de las hermanas de nuestra congregación.

Después de vivir la experiencia, considero que la indiferencia es un mundo o estado de ausencia de la realidad. Es entrar profundamente en el interior de mí persona, sin importarme lo que sucede a mí alrededor. Basándome en la conclusión antes expuesta, pude darme cuenta lo difícil que es para mí ausentarme del mundo externo, aún en los momentos de oración.    

 

 

4 comentarios:

  1. Describiste varias cosas, aunque seguramente se te quedó también mucho en el tintero porque las vivencias son siempre riquísimas. No me quedó claro, sino un poco y hasta el final, cuál era la experiencia de la indiferencia exactamente. Me pregunto si la indiferencia puede ser consciente plenamente en quien es indiferente; digo, la indiferencia como tal. La persona indiferente puede serlo por atender a una o varias otras cosas que a las personas y el mundo a su alrededor. No es un acto deliberado, ¿o sí, como tal vez lo de no darle limosna a la señora de la entrada?

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  2. para este tipo de descripciones la indiferencia, no solo lo podías haber visto en tu parroquia, la indiferencia se da en otros lugares como el trabajo, la universidad e inclusive se puede dar en la pastoral que se realiza más que todo en el fin de semana, no es lo mismo cuando uno se encuentra en la misa y después de comulgar, haces tu oración sabiendo que tienes personas a tu lado, que cuando estas supongamos en el comedor y tienes gente a tu lado y solo hablas con una y las otras que desean hablar contigo las ignoras. Deberías hacer la prueba e inclusive en tu pastoral

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  3. Considero valiosa una de tus conclusiones, cuando dices que la indiferencia es “entrar profundamente en el interior de mí persona, sin importarme lo que sucede a mí alrededor.” Estoy de acuerdo, porque, cuando voy en el bus para la universidad o para la pastoral, en ocasiones no me doy cuenta que cerca de mí va alguien conocido. Es algo que se hace inconsciente, porque no dices, no quiero ver a fulano/a. Como dices, uno entra en su mundo, lo que permite no tener conciencia de lo que sucede alrededor.

    Considero que la indiferencia se vive mejor cuando no es planificada, porque, no vas predeterminado, sino que vives auténticamente la experiencia. Por ejemplo, subirte al bus, y cuando llegues a tu destino, preguntarte, ¿Quién iba a mi lado? ¿Qué sucesos pudieron pasar a mí alrededor y no tuve conciencia de ellos?

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  4. Me ha parecido bastante interesante tu tema, porque la indiferencia no solo te lleva a desconectarte de lo que acontece a tu alrededor; sino también algunas veces inconscientemente te permite darle prioridad a otras acciones que a veces es lo menos que se hace; por ej. Reflexionar sobre tu vida y tu vocación, traer a tu mente recuerdos personales y familiares o sentimientos y emociones que se mueve en tú interior, orar, etc.

    Muchas veces, por estar dentro de una realidad de actividades rutinarias; no logramos vivir momentos o espacios de indiferencia, en donde nos permitimos interiorizar en nosotros mismos y pasar por desapercibido tantas cosas que están a nuestro alrededor como personas, sonidos, escuchar cualquier tipo de ruido (vehículos, aviones, problemas en la ciudad) u observar elementos que nos rodean.

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